Durante décadas, la ceguera y la baja visión han estado envueltas en un velo de malentendidos y prejuicios. Desde representaciones melodramáticas en la ficción hasta una percepción errónea en la sociedad, estos estigmas han contribuido a la marginalización y a la limitación de oportunidades para millones de personas en todo el mundo. Hoy quiero desmantelar estos mitos, ofreciéndote una perspectiva basada en la evidencia y empoderar a nuestros lectores con información precisa y de alto valor.
La ceguera y la baja visión no son un monolito; abarcan un espectro vasto de condiciones y experiencias visuales. Es crucial entender que no todas las personas con discapacidad visual carecen por completo de vista. De hecho, la mayoría de ellas tienen algún grado de visión residual, lo que les permite percibir luz, formas o incluso colores. Este matiz es fundamental para comprender la diversidad dentro de la comunidad de personas con discapacidad visual y para evitar generalizaciones que perpetúan estigmas.

¿Qué dice la realidad numérica? Un vistazo a las estadísticas globales
Los datos son poderosos para desmentir mitos y para resaltar la magnitud de un desafío global. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que al menos 2.200 millones de personas en el mundo tienen deficiencia visual cercana o lejana. De este total, al menos 1.000 millones tienen una deficiencia visual que podría haberse evitado o que aún no se ha abordado.
Estas cifras, alarmantes por sí solas, subrayan la necesidad de concienciación, prevención y acceso a la atención oftalmológica. La prevalencia de las deficiencias visuales aumenta con la edad, pero también afectan a personas de todas las edades, incluidos niños y jóvenes.
Otro dato relevante es que el 90% de las personas con deficiencia visual viven en países de ingresos bajos y medianos, lo que resalta la desigualdad en el acceso a la atención sanitaria y la profunda interconexión entre la salud visual y el desarrollo socioeconómico.
Las principales causas de la deficiencia visual a nivel mundial incluyen errores de refracción no corregidos, cataratas, glaucoma, retinopatía diabética y degeneración macular relacionada con la edad. Muchas de estas condiciones son tratables o prevenibles si se detectan a tiempo.
Más allá de la visión: la vida cotidiana y los desafíos superados
Uno de los estigmas más arraigados es la suposición de que las personas con ceguera o baja visión son inherentemente indefensas y dependientes. Nada podría estar más lejos de la verdad. Miles de personas con discapacidad visual llevan vidas plenas y activas, desempeñando roles cruciales en la sociedad, persiguiendo carreras exitosas, participando en deportes y artes, y contribuyendo de maneras significativas. La capacidad para adaptarse y la resiliencia son características predominantes.
La tecnología ha jugado un papel transformador en la superación de barreras. Desde lectores de pantalla y magnificadores hasta software de reconocimiento de objetos y aplicaciones de navegación GPS, las herramientas asistenciales han empoderado a las personas con discapacidad visual para interactuar con el mundo de formas antes inimaginables.
Organizaciones como la American Foundation for the Blind (AFB) son pioneras en la defensa y el desarrollo de recursos para personas con discapacidad visual, ofreciendo una visión integral de las vidas que llevan.

La inclusión como pilar: construyendo sociedades accesibles
Para romper verdaderamente los estigmas, la sociedad debe ir más allá de la mera tolerancia y abrazar la inclusión activa. Esto implica diseñar entornos accesibles, promover políticas laborales equitativas y fomentar una mentalidad de respeto y comprensión. La educación es clave; enseñar a los niños sobre la diversidad de la visión desde una edad temprana ayuda a construir una generación más empática e inclusiva.
Además, es fundamental desmitificar las «profesiones exclusivas» para personas videntes. Las personas con discapacidad visual son capaces de ejercer una amplia gama de profesiones, desde la programación y la docencia hasta la fisioterapia y la música.
La clave reside en proporcionar adaptaciones razonables y en centrarse en las habilidades y talentos individuales, en lugar de en las limitaciones percibidas. La Federación Mundial de Sordociegos (WFDB) es un ejemplo de cómo la colaboración y la defensa pueden generar un impacto significativo en la vida de las personas con discapacidad, promoviendo su participación plena en la sociedad.
En última instancia, romper los estigmas sobre la ceguera y la baja visión es un viaje colectivo. Requiere que cada uno de nosotros cuestione nuestras propias preconcepciones, escuche las voces de la comunidad con discapacidad visual y actúe como un defensor de la inclusión y la equidad. Al hacerlo, no solo enriquecemos las vidas de quienes tienen una visión diferente, sino que también construimos una sociedad más justa, compasiva y verdaderamente accesible para todos.