Uno de los efectos menos conocidos, pero significativos, del glaucoma en la visión es la afectación de la sensibilidad al contraste, especialmente en condiciones de baja iluminación. Esta sensibilidad al contraste es nuestra capacidad para distinguir un objeto de su fondo, o diferentes tonos de gris. Imagina intentar leer un letrero oscuro sobre un fondo ligeramente menos oscuro en la penumbra; si tu sensibilidad al contraste está comprometida, esta tarea se vuelve notoriamente difícil.
¿Por qué es esto relevante para el glaucoma? El daño a las fibras nerviosas del nervio óptico no solo reduce el campo visual, sino que también afecta la forma en que el cerebro procesa la información visual, incluyendo el contraste.
Estudios han demostrado que pacientes con glaucoma, incluso en etapas tempranas, pueden presentar una reducción significativa en la sensibilidad al contraste, lo que se traduce en una menor agudeza visual en condiciones de poca luz. Un estudio publicado en la revista Ophthalmology destacó cómo la disfunción de las células ganglionares de la retina en el glaucoma contribuye a una reducción en la percepción del contraste, incluso antes de una pérdida de campo visual significativa.

Deslumbramiento y adaptación a la oscuridad: desafíos agregados
Más allá de la sensibilidad al contraste, el glaucoma también puede complicar la adaptación a la oscuridad y aumentar la susceptibilidad al deslumbramiento, dos factores críticos para la visión nocturna.
La adaptación a la oscuridad es el proceso por el cual nuestros ojos se ajustan a condiciones de baja luminosidad, y es un proceso fisiológico complejo que involucra tanto a los bastones (células fotorreceptoras responsables de la visión con poca luz) como a los conos.
Por otro lado, el deslumbramiento se refiere a la incapacidad de ver debido a la luz excesiva. Las personas con glaucoma a menudo reportan una mayor sensibilidad a esto, lo que puede ser particularmente problemático al conducir de noche, donde las luces de los faros de los vehículos que se aproximan pueden resultar cegadoras.
Estadísticas que iluminan la urgencia del diagnóstico
Las cifras globales sobre el glaucoma son alarmantes y refuerzan la necesidad de una mayor conciencia sobre cómo esta enfermedad impacta la vida diaria, incluida la visión nocturna. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), esta enfermedad ocular es la segunda causa principal de ceguera irreversible a nivel mundial, solo superada por las cataratas. Se estima que en 2020, aproximadamente 80 millones de personas en todo el mundo padecían glaucoma, y se proyecta que esta cifra aumente a más de 111 millones para el año 2040.
Un dato crucial a considerar es que hasta el 50% de las personas con glaucoma en países desarrollados desconocen que tienen la enfermedad, y esta cifra puede ser aún mayor en regiones menos desarrolladas. Esto es particularmente preocupante porque la pérdida de visión causada por el glaucoma es irreversible. La detección temprana a través de exámenes oculares regulares es la clave para preservar la visión.

¿Cómo impacta en la calidad de vida y la seguridad?
El deterioro de la visión nocturna debido al glaucoma tiene un impacto directo y significativo en la calidad de vida de los pacientes. Actividades cotidianas como conducir de noche, caminar por lugares poco iluminados o simplemente moverse dentro de casa al anochecer pueden volverse peligrosas y frustrantes. La dificultad para ver en la oscuridad aumenta el riesgo de caídas, lo que puede tener consecuencias graves, especialmente en personas mayores.
Además, la ansiedad y el aislamiento social pueden aumentar a medida que los individuos se sienten menos seguros al realizar actividades fuera de casa después del anochecer.
Es fundamental que los profesionales de la salud no solo se enfoquen en la presión intraocular y el campo visual, sino que también evalúen y aborden las preocupaciones de los pacientes sobre su visión funcional, particularmente en condiciones de baja luminosidad.

La relevante de la detección temprana y el tratamiento del glaucoma
Dado que el daño del nervio óptico por glaucoma es irreversible, la detección temprana y el tratamiento oportuno son de suma importancia. Un examen ocular completo y regular, que incluya la medición de la presión intraocular, una evaluación del nervio óptico y una prueba de campo visual, es crucial, especialmente para aquellos con factores de riesgo como antecedentes familiares de glaucoma, edad avanzada, o diabetes.
Si se diagnostica glaucoma, las opciones de tratamiento, que pueden incluir gotas oculares, terapia láser o cirugía, buscan reducir la presión intraocular para prevenir un mayor daño al nervio óptico. Aunque estos tratamientos no restauran la visión perdida, pueden ralentizar o detener la progresión de la enfermedad, preservando la visión restante y, por ende, mejorando la capacidad para ver en condiciones de baja luz.
Recuerda que el glaucoma es una enfermedad que va más allá de la simple pérdida del campo visual. Su impacto en la sensibilidad al contraste, la adaptación a la oscuridad y la susceptibilidad al deslumbramiento puede afectar gravemente la visión nocturna, limitando la independencia y la seguridad de quienes la padecen.
La clave está en la acción: exámenes oculares regulares y un tratamiento oportuno son el escudo más potente contra la progresión de esta enfermedad silenciosa y su impacto en la calidad de vida. No dejes que la oscuridad oculte tu salud ocular. Puedes contactarte con Glaucoma Lima Center, separar tu cita o llamando a los números que aparecen en la home page para agendar una consulta con el Dr. Walter Sánchez Reyes, especialista en glaucoma y cataratas.