Los ejercicios visuales no curan el glaucoma ni revierten el daño del nervio óptico.

El glaucoma, a menudo denominado el «ladrón silencioso de la vista», es una enfermedad ocular devastadora que afecta a millones de personas en todo el mundo. Caracterizado por el daño del nervio óptico, generalmente asociado con una presión intraocular elevada, esta enfermedad puede llevar a una pérdida de visión irreversible si no se diagnostica y trata a tiempo. Si bien la terapia farmacológica, el láser o la cirugía son las piedras angulares del tratamiento, surge una pregunta común: ¿pueden los ejercicios visuales ofrecer algún beneficio o ser perjudiciales para quienes padecen esta condición?

La respuesta no es tan simple como un sí o un no rotundo. Es fundamental comprender que los ejercicios visuales no curan el glaucoma ni revierten el daño del nervio óptico. Su objetivo principal no es reducir la presión intraocular; sin embargo, algunos tipos de actividades visuales pueden ser beneficiosos para mejorar la eficiencia visual, la coordinación ocular y la calidad de vida general en pacientes con glaucoma, siempre y cuando se realicen bajo la supervisión y aprobación de un oftalmólogo.

La cautela es la clave, ya que ciertos ejercicios que implican tensión o presión podrían ser contraproducentes.

Consulta con tu oftalmólogo para educarte del glaucoma.
Dada la incurabilidad del glaucoma, es crucial informarse sobre los beneficios y desventajas de cada enfoque. (Foto: Gemini AI)

Glaucoma en cifras: la magnitud del desafío

Para comprender la importancia de abordar el bienestar ocular en pacientes con glaucoma, es crucial considerar su prevalencia. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), estima que el glaucoma es la segunda causa principal de ceguera irreversible a nivel mundial, afectando a más de 80 millones de personas. En América Latina, la prevalencia varía, pero estudios sugieren que hasta el 3% de la población mayor de 40 años podría padecer alguna forma de glaucoma.

Estas estadísticas subrayan la necesidad imperante de no solo tratamientos efectivos, sino también de enfoques complementarios que mejoren la calidad de vida visual de los pacientes.

El impacto del glaucoma va más allá de la pérdida de visión. Afecta la independencia, la salud mental y la capacidad para realizar actividades cotidianas. Por lo tanto, cualquier estrategia que contribuya a optimizar la visión restante y la función ocular es digna de consideración, siempre y cuando se base en evidencia y prudencia médica.

Clarificando el concepto: ¿Qué son los ejercicios visuales «beneficiosos» en este contexto?

Es crucial diferenciar entre los «ejercicios visuales» que prometen reducir la presión intraocular (generalmente sin respaldo científico y potencialmente peligrosos) y las actividades que buscan optimizar la función visual existente o mejorar la adaptación a la pérdida de campo visual. Para personas con glaucoma, nos enfocamos en esto último. Por ejemplo, aquí algunos «ejercicios visuales» se pueden referir a:

  • Ejercicios de seguimiento ocular: estos pueden ayudar a mejorar la capacidad de los ojos para moverse de manera suave y coordinada. Por ejemplo, seguir un objeto en movimiento o leer líneas de texto sin mover la cabeza. Esto puede ser útil para compensar la pérdida de campo visual periférico común en el glaucoma, ayudando al cerebro a optimizar el uso de la visión central restante.
  • Ejercicios de enfoque y re-enfoque: aunque el cristalino y los músculos ciliares no están directamente relacionados con la patogénesis del glaucoma, practicar el enfoque en objetos a diferentes distancias puede mantener la agudeza visual y la adaptabilidad del sistema óptico en general.
  • Ejercicios de conciencia espacial y orientación: estos se centran en mejorar la percepción del entorno y la navegación, lo cual es vital para pacientes con campos visuales restringidos. Caminar por entornos conocidos, identificar objetos a diferentes distancias y orientarse en el espacio son ejemplos de estas actividades.
  • Terapia de baja visión: esta es, quizás, la forma más estructurada y beneficiosa de «ejercicio» para pacientes con glaucoma avanzado. No se trata de ejercicios oculares per se, sino de entrenar al cerebro a usar la visión residual de la manera más eficiente posible. La tasa de éxito en la rehabilitación de baja visión es significativa, con un alto porcentaje de pacientes reportando una mejora en su capacidad para realizar tareas cotidianas.

Es vital subrayar que cualquier ejercicio que implique contener la respiración y hacer fuerza, levantar objetos pesados, o posturas que puedan aumentar la presión intraocular y debe ser evitado, a menos que sea específicamente aprobado por su oftalmólogo.

Detectar el glaucoma implica una serie de pruebas y exámenes oculares.
Una revisión para detectar glaucoma implica una serie de pruebas y exámenes oculares para evaluar la presión ocular. (Foto: Gemini AI)

La consulta oftalmológica siempre será el pilar fundamental

La información es poder, pero la supervisión médica es insustituible. Antes de incorporar cualquier tipo de ejercicio visual a la rutina diaria, es imperativo consultar con el oftalmólogo tratante. Él o ella podrá evaluar el tipo de glaucoma, la extensión del daño del nervio óptico, la presión intraocular actual y otros factores relevantes para determinar qué actividades son seguras y potencialmente beneficiosas, y cuáles deben evitarse.

En resumen, mientras que los «ejercicios milagrosos» para el glaucoma son un mito, ciertas actividades visuales y la terapia de baja visión, bajo la supervisión de un profesional, pueden mejorar la calidad de vida y la función visual en pacientes con esta compleja enfermedad. La clave radica en la información basada en la evidencia, la prudencia y una comunicación abierta con el equipo médico.

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