El glaucoma es una de las principales causas de ceguera irreversible a nivel mundial. Más allá de la pérdida silenciosa de la visión, muchos pacientes experimentan un síntoma debilitante que a menudo pasa desapercibido en las conversaciones generales: el dolor ocular. Este síntoma puede variar desde una leve molestia hasta una agonía punzante, afectando drásticamente la calidad de vida. Te comparto una guía para comprender sus causas y, más importante aún, dominar las estrategias para su manejo, es crucial para miles de personas.
El dolor del glaucoma: más frecuente de lo que imaginas
Cuando hablamos de glaucoma, podemos recordar varios artículos ya publicados con anterioridad e ir directamente a la presión intraocular (PIO) elevada y al daño del nervio óptico. Sin embargo, el dolor ocular es una manifestación que, aunque no siempre presente, puede ser el síntoma más alarmante para el paciente.
Este dolor no se limita a las etapas avanzadas; puede surgir incluso en cuadros agudos de glaucoma de ángulo cerrado, donde la PIO se dispara repentinamente, causando un dolor intenso, visión borrosa, náuseas y vómitos.
Si bien la Organización Mundial de la Salud (OMS) no detalla específicamente la prevalencia del dolor, es un hecho que la hipertensión ocular aguda y las fluctuaciones significativas en la PIO son desencadenantes directos de este malestar. Un estudio publicado en la revista Ophthalmology en 2018, que analizó la calidad de vida en pacientes con glaucoma, destacó que el dolor ocular, aunque no universal, era un factor significativo de deterioro del bienestar en un subgrupo considerable de pacientes, especialmente aquellos con glaucoma avanzado o con subtipos específicos como el glaucoma neovascular.

Más allá de las gotas, qué estrategias hay para aliviar el dolor ocular
El manejo del dolor ocular en pacientes con glaucoma es un enfoque multifacético que va más allá de la simple reducción de la PIO. Si bien controlar la presión es fundamental, otras estrategias son igualmente importantes.
La optimización de la presión intraocular (PIO) es el pilar del tratamiento, ya sea con medicamentos tópicos (gotas), medicamentos orales o procedimientos quirúrgicos, suele ser la medida más efectiva para aliviar el dolor al abordar su causa principal.
En tipos de glaucoma, especialmente los secundarios a uveítis o traumatismos, la inflamación es un componente clave del dolor. El uso de corticosteroides tópicos u orales, bajo estricta supervisión médica, puede ser necesario para controlar la inflamación y, por ende, el dolor.
Para el dolor moderado a severo, los analgésicos orales de venta libre, como el ibuprofeno o el paracetamol, pueden ser útiles. En casos de dolor intenso, el oftalmólogo puede considerar analgésicos más potentes. Sin embargo, es crucial evitar la automedicación y siempre consultar al especialista.
También como una medida simple y sin costo, se puede aplicar compresas frías sobre los ojos cerrados o permanecer en un ambiente oscuro pueden proporcionar un alivio sintomático considerable, especialmente en episodios agudos.
Ahora, si experimenta dolores crónicos, independientemente de su origen, puede exacerbarse por el estrés y la ansiedad. Técnicas como la meditación, la respiración profunda y el yoga pueden ayudar a los pacientes a manejar mejor su percepción del dolor y mejorar su bienestar general.

¿Vive con glaucoma? La importancia de un enfoque holístico
El dolor ocular en pacientes con glaucoma es un desafío real que requiere un enfoque comprensivo y personalizado. No es un signo de debilidad o una queja sin fundamento; es una manifestación de una enfermedad seria que merece atención y tratamiento.
Por eso, siempre recomendamos que debe haber una comunicación abierta y honesta con el oftalmólogo es esencial. Compartir la intensidad, frecuencia y características del dolor permitirá al especialista ajustar el plan de tratamiento para optimizar tanto el control de la PIO como el alivio sintomático.
Es crucial recordar que cada paciente es único y lo que funciona para uno puede no ser efectivo para otro. La perseverancia en el seguimiento médico, la adherencia al tratamiento y la exploración de diferentes estrategias, siempre bajo la guía de un profesional, son la clave para vivir una vida plena y con el menor dolor posible a pesar del glaucoma.