Mitos del glaucoma

Seguramente has escuchado algo sobre el glaucoma. Quizás un familiar o un amigo te ha dicho que es una enfermedad «de viejos», o que si ves bien, no tienes de qué preocuparte. Déjame decirte algo: muchas de esas creencias populares son mitos peligrosos que ponen en riesgo algo tan valioso como tu visión.

El glaucoma es una de las principales causas de ceguera irreversible a nivel mundial. Su naturaleza sigilosa lo convierte en un ladrón de la vista, y la única forma de ganarle la partida es con información correcta y acciones preventivas. En este artículo, vamos a desmentir, uno por uno, los mitos que debes dejar de creer ahora mismo.

Glaucoma infantil, una enfermedad rara pero grave.
Aprende a detectar las señales del glaucoma infantil, una enfermedad rara pero grave. Conoce los síntomas clave, cómo actuar y por qué la detección temprana es vital. (Foto: Glaucoma Lima Center)

El mito de que el glaucoma solo afecta a personas mayores

Probablemente, este es el mito más extendido y, por lo tanto, uno de los más peligrosos. ¿Has pensado alguna vez que eres «demasiado joven» para preocuparte por el glaucoma? Si tu respuesta es sí, es hora de que cambies de idea.

Si bien es cierto que el riesgo de desarrollar glaucoma aumenta significativamente después de los 60 años, la enfermedad puede manifestarse en cualquier etapa de la vida. De hecho, existe una variante conocida como glaucoma congénito, que afecta a los bebés, y el glaucoma juvenil, que aparece en la infancia o adolescencia.

La realidad es que la edad es solo un factor de riesgo. Hay muchos otros elementos que te hacen más vulnerable, independientemente de los años que tengas:

  • Antecedentes familiares
  • Enfermedades crónicas
  • Uso prolongado de esteroides

«Si no siento nada, mis ojos están sanos”: el peligro de la confianza excesiva

Este es el mito por excelencia y la razón por la que el glaucoma es una enfermedad tan traicionera. La mayoría de los tipos de glaucoma, especialmente el de ángulo abierto, no presenta síntomas en sus etapas iniciales. Puedes tener la presión dentro de tus ojos peligrosamente alta sin sentir dolor, ni ver borroso, ni notar nada anormal.

El daño avanza lentamente, como un río que va erosionando el nervio óptico. Cuando finalmente notas que algo anda mal, es porque ya has perdido una parte significativa de tu visión periférica. Y aquí viene la parte más difícil de asimilar: la visión que se pierde por glaucoma no se recupera. No hay gafas ni cirugía que te la devuelvan. Por eso, los exámenes preventivos son tan importantes.

El único método para detectar el glaucoma a tiempo es una evaluación oftalmológica completa. En esta revisión, el oftalmólogo no solo te pedirá que leas letras del cuadro, sino que medirá tu presión intraocular y, lo más importante, examinará tu nervio óptico y campo visual para detectar cualquier signo temprano de daño.

consulta oftalmológico con especialista en glaucoma.
Que tu cita con un especialista en glaucoma no sea algo difícil. Aquí, seis estrategias para comunicarte, llevar registros y proteger tu visión de forma efectiva. (Foto: Glaucoma Lima Center)

El mito de que las gotas para el glaucoma “no sirven” o son molestas

Entiendo que la idea de usar gotas para los ojos a diario por el resto de tu vida no suena atractiva. Sin embargo, creer que este tratamiento es inútil o que puedes saltarte dosis es una decisión que puede costarte la visión.

Las gotas oftálmicas son la base del tratamiento para la mayoría de los casos de glaucoma. Su función es reducir la presión dentro del ojo, ya sea disminuyendo la producción de líquido o facilitando su drenaje. Es un tratamiento increíblemente efectivo para detener la progresión de la enfermedad y, con ella, la pérdida de visión.

Las investigaciones respaldan su eficacia. La Fundación Nacional de Glaucoma de Estados Unidos afirma que el uso regular de medicación reduce significativamente el riesgo de progresión de la enfermedad.

La verdad del glaucoma que puede salvar tu vista

El glaucoma no es una enfermedad que se cure, pero sí es una que se controla. El tratamiento es de por vida, pero la recompensa es mantener la visión que tienes. No creas que el tratamiento es solo para «cuando duela» o «cuando veas mal». El objetivo es prevenir el daño antes de que ocurra.

Tu visión es irremplazable. Dejar de creer en estos mitos es el primer paso para protegerla. El segundo y más importante, es programar una cita con un oftalmólogo, especialmente si tienes factores de riesgo.

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