El glaucoma es una enfermedad ocular silenciosa que, si no se trata a tiempo, puede causar ceguera irreversible. Su tratamiento principal consiste en el uso de gotas oftálmicas que ayudan a reducir la presión intraocular. Aunque son una parte fundamental para mantener la salud de tus ojos, no están exentas de causar efectos secundarios que, en ocasiones, pueden ser bastante molestos.
Es natural que te preguntes: “¿Qué hago si no tolero las gotas?”. La respuesta es clara: no debes suspender el tratamiento por tu cuenta. La única persona que puede modificar tu medicación es tu oftalmólogo, quien te recetó el tratamiento.
Existen diferentes tipos de gotas para el glaucoma, cada una con un mecanismo de acción distinto y, por ende, con efectos secundarios variados. A pesar de que los efectos secundarios más comunes son el ardor, el picor, la sequedad, el enrojecimiento de los ojos y la visión borrosa, también hay otros más severos que pueden impactar tu calidad de vida, como el dolor de cabeza, el mareo, cambios en el color del iris, o incluso la alteración del ritmo cardíaco y la presión arterial.
Si experimentas alguno de estos síntomas, es crucial que lo comuniques de inmediato a tu oftalmólogo. Él es quien te conoce mejor y sabe qué tipo de medicamento es más adecuado para tus necesidades. Juntos, podrán explorar alternativas y ajustar el tratamiento para que sea lo más tolerable y efectivo posible.

Estas son las 3 familias de gotas más comunes para el glaucoma
Para entender mejor por qué algunas gotas te causan malestar, es importante que conozcas los grupos principales de fármacos que se utilizan para tratar el glaucoma y sus efectos secundarios más frecuentes.
1. Análogos de las prostaglandinas
Este grupo de medicamentos es uno de los más recetados y eficaces para reducir la presión intraocular, ya que aumentan el drenaje de humor acuoso y mejoran el flujo sanguíneo de la retina y del nervio óptico. Los principios activos más comunes son el latanoprost, bimatoprost y travoprost. Aunque su acción es muy potente, algunos de sus efectos secundarios más notables son: por ejemplo, el cambio en el color del iris y el aumento de la longitud y el espesor de las pestañas.
2. Beta-bloqueantes
Como el timolol, fueron durante mucho tiempo los medicamentos de referencia para el tratamiento del glaucoma. Actúan reduciendo la producción de humor acuoso. Son muy efectivos, pero tienen la particularidad de que pueden afectar otros sistemas del cuerpo. Por ejemplo, tener efectos secundarios sistémicos, fatiga y depresión (cambio del esto de ánimo en algunos pacientes).
3. Inhibidores de la anhidrasa carbónica
Este grupo de medicamentos, que incluyen la dorzolamida y la brinzolamida, también actúan disminuyendo la producción de humor acuoso. Suelen ser una excelente alternativa cuando los beta-bloqueantes o los análogos de prostaglandinas no son tolerados. Sin embargo, también pueden causar algunos efectos secundarios, como el sabor amargo en la boca o, en algunos pacientes, reacciones alérgicas.

¿Qué alternativas existen si las gotas no funcionan?
Si, a pesar de probar diferentes medicamentos, los efectos secundarios siguen siendo insoportables o la presión intraocular no se controla adecuadamente, no te desanimes. Existen otras opciones de tratamiento para el glaucoma que no dependen de gotas oftálmicas:
- Cirugía láser: Procedimientos como la trabeculoplastia láser selectiva (SLT) o la iridotomía periférica láser (IPL).
- Cirugía de filtración: Como la trabeculectomía, que crea una nueva vía para que el humor acuoso salga del ojo.
- Implantes de drenaje: Dispositivos pequeños, como los implantes de derivación.
No olvides que la clave está en una comunicación abierta y honesta con tu médico. Si sientes que tu calidad de vida se ve afectada por tu tratamiento, díselo.