La cirugía refractiva es, hoy en día, una de las opciones más efectivas para corregir defectos visuales como la miopía, hipermetropía, astigmatismo o presbicia. A través de técnicas como LASIK, PRK o SMILE, los oftalmólogos pueden moldear la córnea con láser para mejorar el enfoque de la luz sobre la retina, reduciendo o eliminando la necesidad de usar lentes.
Sin embargo, no todas las personas son candidatas ideales para este tipo de intervención. Según la American Academy of Ophthalmology (AAO), determinar la elegibilidad depende de varios factores oculares y de salud general que solo pueden evaluarse en una consulta especializada.
Antes de tomar la decisión, es fundamental comprender qué condiciones deben cumplirse y qué exámenes previos confirman si el ojo está en condiciones óptimas para el procedimiento.
Edad, estabilidad visual y grosor corneal: tres requisitos clave
El primer criterio para acceder a una cirugía refractiva es la edad. Los especialistas recomiendan realizarla a partir de los 21 años, cuando la visión se ha estabilizado. Si la medida de los lentes sigue variando con frecuencia, el resultado de la operación podría ser temporal.
Otro aspecto crucial es el grosor de la córnea. La cirugía implica remodelar parte del tejido corneal, por lo que es indispensable que tenga el espesor suficiente. De acuerdo a los especialistas, las córneas delgadas o con irregularidades pueden aumentar el riesgo de complicaciones, como la ectasia corneal (una debilidad estructural que distorsiona la visión).
Además, el oftalmólogo evaluará la graduación estable durante al menos un año, sin cambios mayores a 0.50 dioptrías. Esta estabilidad asegura que la corrección sea duradera y no requiera retoques posteriores.
Buena salud ocular: el examen que define la elegibilidad
Antes de la cirugía, se realiza un estudio completo que incluye topografía corneal, paquimetría, refracción, examen del fondo de ojo y evaluación del film lagrimal. Estos análisis permiten identificar condiciones que podrían contraindicar la intervención.
De acuerdo con Mayo Clinic, no se recomienda la cirugía refractiva en personas con glaucoma, cataratas, queratocono, ojo seco severo, enfermedades autoinmunes o antecedentes de infecciones oculares recurrentes. En estos casos, el riesgo supera los beneficios.
También se evalúa la presencia de cicatrices corneales o inflamaciones activas, que deben resolverse antes de pensar en una operación. Si el ojo está saludable y cumple con los parámetros anatómicos, el paciente puede ser considerado apto para técnicas como LASIK o SMILE, que ofrecen una recuperación rápida y resultados predecibles.
Expectativas realistas y evaluación personalizada
Aunque la cirugía refractiva puede mejorar significativamente la visión, no garantiza una “vista perfecta” en todos los casos. Algunos pacientes podrían necesitar lentes delgados para ciertas actividades, como conducir de noche o leer de cerca, especialmente después de los 40 años, cuando aparece la presbicia.
Por eso, los especialistas insisten en ajustar las expectativas y conversar abiertamente sobre los resultados posibles según cada caso. En centros oftalmológicos especializados como el Glaucoma Lima Center, se realiza una evaluación integral con tecnología de diagnóstico avanzada, que permite elegir la técnica más adecuada para cada tipo de ojo y estilo de vida.
Los candidatos ideales son, en general, personas mayores de 21 años, con córneas sanas, visión estable y sin enfermedades oculares activas. Cumplir con estos criterios no solo asegura mejores resultados visuales, sino también una recuperación más cómoda y segura.
Una decisión que requiere información y acompañamiento médico
Optar por una cirugía refractiva es una decisión importante que debe tomarse con orientación profesional y sin apresuramientos. Informarse, realizar todos los exámenes previos y elegir un centro oftalmológico de confianza son pasos esenciales para alcanzar el resultado deseado.En el Glaucoma Lima Center, los especialistas en cirugía refractiva brindan una evaluación personalizada para determinar la elegibilidad y recomendar la técnica más segura según la anatomía ocular del paciente. Ver mejor es posible, pero hacerlo con información y respaldo médico es lo que realmente garantiza el éxito.
