Ver tu ojo de repente con una mancha roja brillante puede ser alarmante. Es natural preocuparse. Pero antes de que te asustes, quiero que sepas que lo que probablemente estás viendo es un derrame ocular, médicamente conocido como hemorragia subconjuntival. Y la buena noticia es que, en la gran mayoría de los casos, no es tan grave como parece.
Imagina la conjuntiva, la capa transparente y delgada que cubre la parte blanca de tu ojo. Justo debajo de ella, hay diminutos vasos sanguíneos que, a veces, pueden romperse. Cuando esto sucede, la sangre se derrama y queda atrapada debajo de esa capa transparente, creando esa impactante mancha roja. No te preocupes, no es sangre que se esté escapando de tu ojo ni que esté afectando tu visión directamente, ya que la sangre permanece en la superficie.

¿Qué causa que un vaso sanguíneo se rompa en tu ojo?
A menudo, la causa de un derrame ocular es algo tan simple como un esfuerzo. ¿Alguna vez has tosido con fuerza, estornudado con ganas, vomitado o incluso te has frotado los ojos con mucha energía? Todas estas acciones pueden aumentar temporalmente la presión en los vasos sanguíneos pequeños, provocando que uno de ellos se rompa. Es similar a lo que podría ocurrir si te saliera un pequeño moretón en la piel.
Además de los esfuerzos comunes, existen otras causas menos frecuentes pero importantes a considerar:
- Traumatismos o lesiones oculares: Un golpe directo en el ojo, por mínimo que sea, puede ser suficiente para provocar un derrame.
- Medicamentos anticoagulantes: Si estás tomando aspirina, warfarina u otros medicamentos que «adelgazan» la sangre, eres más propenso a sufrir derrames, no solo en el ojo, sino en otras partes del cuerpo.
- Presión arterial alta (hipertensión): Aunque es menos común que sea la única causa, una presión arterial descontrolada puede hacer que los vasos sanguíneos sean más frágiles y propensos a romperse.
- Maniobra de Valsalva: Esto se refiere a cualquier acción que implique contener la respiración mientras se hace fuerza, como levantar objetos pesados o ir al baño si tienes estreñimiento.
En la mayoría de los casos, no hay dolor, picazón o cambios en la visión asociados con un derrame ocular. Es puramente estético. La mancha roja puede parecer grande y alarmante, pero raramente afecta la parte de tu ojo que te permite ver.

¿Cómo tratar un derrame ocular en casa?
La buena noticia es que, en la mayoría de los derrames oculares, no se necesita un tratamiento activo. Así como un moretón en la piel, el derrame se reabsorbe por sí solo con el tiempo. El proceso puede durar entre una y dos semanas, y la mancha roja cambiará de color, pasando de un rojo brillante a tonos amarillentos o verdosos, hasta desaparecer por completo. Es un proceso de curación natural de tu propio cuerpo. Durante este período, puedes seguir algunas recomendaciones:
- Evita frotarte el ojo
- Continúa con tus actividades normales
- Lágrimas artificiales
- Es importante destacar que no hay «cura mágica» ni gotas que hagan desaparecer el derrame de inmediato. El tiempo y la paciencia son tus mejores aliados. Resistir la tentación de buscar soluciones rápidas es clave.
¿Cuándo preocuparte y consultar a un especialista?
Aunque los derrames oculares suelen ser inofensivos, hay situaciones en las que es imprescindible que busques la opinión de un oftalmólogo. No ignores estas señales de advertencia, ya que podrían indicar un problema subyacente más grave:
- Dolor ocular significativo
- Cambios en tu visión
- Sensibilidad a la luz (fotofobia)
- Secreción o pus en el ojo
- Lesión o traumatismo reciente en el ojo
- Derrames recurrentes sin causa aparente
- Si tomas anticoagulantes
Ante cualquier duda o síntoma preocupante, siempre es mejor pecar de precavido y consultar a un profesional. Un examen ocular completo puede disipar tus miedos y, en caso necesario, diagnosticar y tratar cualquier afección subyacente.