El problema de la salud visual en la infancia peruana ha alcanzado niveles de auténtica preocupación. Según datos alarmantes del Ministerio de Salud (MINSA) y estudios epidemiológicos recientes, se estima que hasta el 40% de los escolares peruanos padece algún tipo de problema visual, siendo la miopía el más prevalente.
Este incremento, acelerado en la última década por el cambio en los hábitos de vida (mayor tiempo en pantallas y menor exposición solar), posiciona a la miopía como una «epidemia» silente que amenaza la calidad de vida y el rendimiento académico de miles de niños.
La miopía, más que un simple error refractivo que se corrige con gafas, es una enfermedad progresiva asociada al alargamiento del globo ocular. Una alta miopía (mayor a -5 o -6 dioptrías) en la edad adulta aumenta significativamente el riesgo de patologías graves e irreversibles, como el desprendimiento de retina, el glaucoma o la maculopatía miópica. Por ello, la prioridad no es solo corregir, sino frenar su progresión en los primeros años de vida.
La miopía no es solo genética: el factor ambiente y de comportamiento
Si bien la herencia juega un papel, la evidencia científica reciente, apoyada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), destaca el entorno como el principal motor de esta crisis. El confinamiento y la virtualización educativa han exacerbado la tríada de riesgo:
- Exceso de trabajo visual cercano: Lectura o uso de tablets y móviles a menos de 30 cm de distancia de forma ininterrumpida.
- Reducción drástica del tiempo al aire libre: La exposición a la luz natural es un potente factor protector.
- Higiene visual deficiente: Largas horas frente a pantallas sin descanso adecuado.
Las investigaciones señalan que la luz solar estimula la producción de dopamina en la retina, un neurotransmisor que actúa como inhibidor del crecimiento del globo ocular, frenando así la progresión miópica.
Cinco estrategias para el control de la miopía infantil
La buena noticia es que existen intervenciones médicas y de comportamiento con eficacia probada para controlar la progresión miópica. Para evitar que tu hijo desarrolle miopía o que esta empeore antes de los 10 años, implementa estas acciones:
- La regla de las 2 horas de sol diarias: La OMS recomienda un mínimo de 120 minutos al día de exposición a la luz natural, incluso en días nublados. No tiene que ser ininterrumpida; el paseo al parque o el recreo son fundamentales.
- La regla 20-20-20: Para el uso de pantallas o lectura, indica a tu hijo que cada 20 minutos de trabajo cercano, debe descansar 20 segundos mirando a un objeto que esté a 20 pies (unos 6 metros) de distancia.
- Control oftalmológico anual: Un examen de rutina detecta la miopía incipiente. Los exámenes deben incluir la medición de la longitud axial del ojo, no solo la refracción.
- Tratamiento farmacológico: Bajo estricta prescripción oftalmológica, la aplicación de gotas de atropina diluida (0.01% o 0.025%) ha demostrado ser el tratamiento más efectivo a nivel mundial para reducir la tasa de progresión miópica en niños.
- Óptica especializada (Lentes de desenfoque periférico): Lentes de contacto o de gafas de diseño especial que corrigen la visión central a la vez que envían una señal a la retina periférica para frenar el crecimiento del ojo.
El rol del MINSA y la urgencia del tamizaje visual
En Perú, el MINSA ha priorizado el tamizaje de agudeza visual en las instituciones educativas, reconociendo la magnitud del problema. Sin embargo, la responsabilidad final recae en los padres y cuidadores. Detectar una visión borrosa (el niño acerca demasiado los libros o guiña los ojos) es una señal tardía. La prevención activa y las visitas tempranas al oftalmólogo son la única vía para garantizar que nuestros hijos no solo vean bien hoy, sino que conserven una salud ocular óptima de por vida.