¿Has pensado cuán valioso es tu vista? Se trata de un sentido que damos por sentado hasta que algo nos obliga a prestarle atención. Y cuando hablamos de amenazas silenciosas, hay una que destaca por encima de las demás: el glaucoma. A menudo se le llama el «ladrón silencioso de la vista» porque avanza sin dolor y, al principio, sin síntomas evidentes.
Pero, ¿qué pasaría si te dijera que, en muchos casos, sí hay pequeñas señales, sutiles cambios que pueden ser las primeras alarmas? Hoy quiero que seamos proactivos y que aprendas a reconocer estas primeras alarmas del glaucoma que, sin duda, no debes ignorar.

¿Qué es realmente el glaucoma y por qué es tan peligroso?
Antes de sumergirnos en las señales de alerta, es bueno volver a repasar sobre qué es el glaucoma. En términos sencillos, el glaucoma es un grupo de enfermedades del nervio óptico que, con el tiempo, puede causar la pérdida de la visión. La causa más común es una presión intraocular (PIO) elevada, que daña progresivamente este nervio vital que conecta el ojo con el cerebro.
Lo que lo hace tan peligroso es su naturaleza asintomática en las etapas iniciales. El tipo más común, el glaucoma de ángulo abierto, no presenta síntomas hasta que la pérdida de la visión es significativa. Imagina que tu visión es un gran círculo; el glaucoma empieza a «comerse» los bordes de ese círculo, lo que se conoce como pérdida de la visión periférica. Al principio, ni siquiera te das cuenta de que falta esa parte de tu campo visual. Para cuando notas que tu visión se está estrechando, el daño ya es considerable e irreversible.
Cuáles son las alarmas silenciosas del glaucoma y que tu cuerpo puede estar enviando
Si bien el glaucoma de ángulo abierto no suele tener síntomas, existen otros tipos de glaucoma y factores de riesgo que sí pueden manifestarse con señales. Por eso, es vital que prestes atención a tu cuerpo, porque él siempre habla, incluso si es en susurros.
La primera alarma es el dolor de cabeza o el dolor ocular. Si bien no es un síntoma exclusivo del glaucoma, debes prestar mucha atención si el dolor es recurrente, especialmente si se siente «detrás del ojo». Esto podría ser una señal de alerta, sobre todo si tienes otros factores de riesgo.
Luego está la visión borrosa o con halos. ¿Has notado que la visión se vuelve borrosa de repente o ves halos de colores alrededor de las luces, especialmente por la noche? Este síntoma es más común en el glaucoma de ángulo cerrado.
También está la dificultad para ver en la oscuridad o mala adaptación a los cambios de luz. ¿Te cuesta más de lo normal adaptarte cuando pasas de un ambiente muy iluminado a uno oscuro? Este podría ser un indicio de que tu visión periférica está comprometida. A medida que el glaucoma avanza, el campo visual se estrecha, y la capacidad de ver en condiciones de poca luz disminuye.
Además, debes prestar atención al enrojecimiento ocular o náuseas. Un ojo rojo y doloroso, acompañado de estos síntomas, puede ser una señal de un ataque agudo de glaucoma de ángulo cerrado. Es una situación de emergencia médica que requiere atención inmediata para evitar un daño irreversible.

El papel de la genética y los factores de riesgo con el glaucoma
No todos tenemos el mismo riesgo de desarrollar glaucoma. La genética juega un papel crucial. Si tienes antecedentes familiares de glaucoma, tu riesgo de desarrollarlo es significativamente mayor. Otros factores incluyen ser mayor de 60 años, padecer de miopía alta, tener diabetes o presión arterial, y haber sufrido una lesión ocular previa.
Si te identificas con alguno de estos puntos, no es para que te alarmes, sino para que tomes conciencia. No significa que vayas a tener glaucoma, sino que debes ser más diligente con tus revisiones oftalmológicas.
La clave para combatir el glaucoma es la detección temprana. No esperes a sentir algo. Las revisiones de rutina, especialmente después de los 40 años, son el arma más poderosa que tienes para proteger tu visión. Nuestro especialista en glaucoma y cataratas, el doctor Walter Sánchez Reyes no solo medirá tu presión intraocular, sino que también examinará el nervio óptico y tu campo visual.
Si el glaucoma se detecta a tiempo, el tratamiento puede controlar la presión y detener o ralentizar su progresión, salvando así tu visión. No subestimes el poder de un chequeo. Es tu vista la que está en juego.