¿Sabías que el medicamento que usas para controlar tu glaucoma podría estar afectando a tu corazón? O, ¿que la pastilla que tomas para la presión arterial podría influir en la salud de tus ojos? Esta conexión, a menudo subestimada, es crucial para cualquiera que viva con glaucoma o tenga antecedentes de problemas cardiovasculares. En este artículo, vamos a desentrañar esta relación y a entender por qué los betabloqueantes son el principal punto de encuentro entre estas dos condiciones.
El glaucoma, a menudo llamado el «ladrón silencioso de la vista», es una enfermedad que daña el nervio óptico, generalmente debido a una presión intraocular (PIO) alta. El tratamiento más común para reducir esta presión son las gotas oftálmicas, y entre las más recetadas se encuentran los betabloqueantes, como el timolol. Pero aquí está el detalle que muchos desconocen: estos medicamentos no se quedan solo en el ojo.
¿Cómo afectan los betabloqueantes oftálmicos a tu sistema cardiovascular?
La piel que recubre el ojo, al igual que cualquier otra mucosa, absorbe los medicamentos y los introduce en el torrente sanguíneo. Esto significa que las gotas de timolol que te pones en los ojos pueden llegar a tu corazón y afectar su funcionamiento.
Los betabloqueantes orales, que se usan para tratar la hipertensión arterial, la angina de pecho o las arritmias, actúan bloqueando la acción de ciertas hormonas (como la adrenalina) en el corazón. Esto hace que el corazón lata más despacio y con menos fuerza, reduciendo así la presión arterial. Cuando se utilizan en forma de gotas oftálmicas, los betabloqueantes ejercen su efecto reduciendo la producción de humor acuoso (el líquido que mantiene la presión dentro del ojo), pero también pueden tener efectos secundarios sistémicos, similares a los de los medicamentos orales.

La paradoja de la presión arterial: cuando bajarla no siempre es bueno para el glaucoma
Aquí es donde la cosa se pone aún más interesante. Aunque el glaucoma se asocia principalmente con una PIO alta, también se ha demostrado que la presión arterial baja, especialmente durante la noche, puede ser un factor de riesgo.
La sangre es la que transporta el oxígeno y los nutrientes a todas las células del cuerpo, incluyendo las del nervio óptico. Si la presión arterial sistémica es demasiado baja (hipotensión), el flujo de sangre que llega al nervio óptico se reduce, lo que podría provocar un daño progresivo, incluso si la presión dentro del ojo es normal. Este fenómeno se conoce como «glaucoma de tensión normal» y afecta a un porcentaje significativo de pacientes.
¿Qué debo hacer si tengo glaucoma y problemas del corazón?
Si te has sentido identificado con esta información, es fundamental que tomes medidas para proteger tu salud. Aquí, algunas recomendaciones que puedes seguir, donde la clave principal es la comunicación abierta y honesta con tus médicos.
Informa a tu especialista sobre cualquier problema cardiovascular que tengas, ya sea hipertensión, bradicardia, arritmias o insuficiencia cardíaca. No asumas que ya lo saben. Pregunta si el betabloqueante que te ha recetado es la mejor opción para tu caso.
Asegúrate de que tu cardiólogo sepa que usas gotas oftálmicas para el glaucoma. Un buen cardiólogo considerará este factor al ajustar tus medicamentos para la presión arterial y el corazón. Juntos, pueden encontrar el equilibrio perfecto para proteger tus dos órganos vitales.
Si tienes antecedentes de hipotensión, es vital que te tomes la presión arterial en diferentes momentos del día, incluyendo la noche, para detectar posibles caídas. Lleva un registro y compártelo con tus médicos.
Nunca suspendas un medicamento para el glaucoma sin antes consultar a tu oftalmólogo. El riesgo de perder la visión por una presión intraocular alta es mucho mayor que el riesgo de los efectos secundarios de los betabloqueantes.
Esta conexión entre el glaucoma y la salud del corazón no debe asustarte, sino empoderarte. Al entender cómo interactúan los medicamentos y las enfermedades, tomas el control de tu salud. La información es la mejor herramienta que tienes para mantener tu visión y tu corazón fuertes y saludables.

¿Puedo cambiar de gotas si los efectos secundarios son insoportables?
¿Sientes ardor o picor por tus gotas para el glaucoma? Conoce por qué no debes suspender tu tratamiento, qué tipos de gotas existen y las alternativas para controlar tu presión intraocular.
El glaucoma es una enfermedad ocular silenciosa que, si no se trata a tiempo, puede causar ceguera irreversible. Su tratamiento principal consiste en el uso de gotas oftálmicas que ayudan a reducir la presión intraocular. Aunque son una parte fundamental para mantener la salud de tus ojos, no están exentas de causar efectos secundarios que, en ocasiones, pueden ser bastante molestos.
Es natural que te preguntes: “¿Qué hago si no tolero las gotas?”. La respuesta es clara: no debes suspender el tratamiento por tu cuenta. La única persona que puede modificar tu medicación es tu oftalmólogo, quien te recetó el tratamiento.
Existen diferentes tipos de gotas para el glaucoma, cada una con un mecanismo de acción distinto y, por ende, con efectos secundarios variados. A pesar de que los efectos secundarios más comunes son el ardor, el picor, la sequedad, el enrojecimiento de los ojos y la visión borrosa, también hay otros más severos que pueden impactar tu calidad de vida, como el dolor de cabeza, el mareo, cambios en el color del iris, o incluso la alteración del ritmo cardíaco y la presión arterial.
Si experimentas alguno de estos síntomas, es crucial que lo comuniques de inmediato a tu oftalmólogo. Él es quien te conoce mejor y sabe qué tipo de medicamento es más adecuado para tus necesidades. Juntos, podrán explorar alternativas y ajustar el tratamiento para que sea lo más tolerable y efectivo posible.

Estas son las 3 familias de gotas más comunes para el glaucoma
Para entender mejor por qué algunas gotas te causan malestar, es importante que conozcas los grupos principales de fármacos que se utilizan para tratar el glaucoma y sus efectos secundarios más frecuentes.
1. Análogos de las prostaglandinas
Este grupo de medicamentos es uno de los más recetados y eficaces para reducir la presión intraocular, ya que aumentan el drenaje de humor acuoso y mejoran el flujo sanguíneo de la retina y del nervio óptico. Los principios activos más comunes son el latanoprost, bimatoprost y travoprost. Aunque su acción es muy potente, algunos de sus efectos secundarios más notables son: por ejemplo, el cambio en el color del iris y el aumento de la longitud y el espesor de las pestañas.
2. Beta-bloqueantes
Como el timolol, fueron durante mucho tiempo los medicamentos de referencia para el tratamiento del glaucoma. Actúan reduciendo la producción de humor acuoso. Son muy efectivos, pero tienen la particularidad de que pueden afectar otros sistemas del cuerpo. Por ejemplo, tener efectos secundarios sistémicos, fatiga y depresión (cambio del esto de ánimo en algunos pacientes).
3. Inhibidores de la anhidrasa carbónica
Este grupo de medicamentos, que incluyen la dorzolamida y la brinzolamida, también actúan disminuyendo la producción de humor acuoso. Suelen ser una excelente alternativa cuando los beta-bloqueantes o los análogos de prostaglandinas no son tolerados. Sin embargo, también pueden causar algunos efectos secundarios, como el sabor amargo en la boca o, en algunos pacientes, reacciones alérgicas.