Conoce cuáles son las diferencias de la hipertensión ocular y el glaucoma

¿Alguna vez te han dicho que tienes la hipertensión ocular y te has preocupado por el glaucoma? Es una confusión muy común, y quiero ayudarte a entender claramente la diferencia entre ambas condiciones. En el siguiente artículo abordaremos cuáles son los puntos claves a entender, cómo se diagnostican y por qué los chequeos regulares son vitales para prevenir la pérdida de visión.

¿Qué es la hipertensión ocular? La presión elevada en tus ojos

Imagina que tu ojo es un globo bien inflado. Para mantener su forma y funcionar correctamente, necesita una cierta presión interna. Esta presión se llama presión intraocular (PIO). Es normal que esta presión varíe un poco a lo largo del día, pero si se mantiene constantemente elevada por encima de los niveles considerados saludables, hablamos de hipertensión ocular.

La hipertensión ocular, en sí misma, no causa daño a tu visión. Piensa en ella como una señal de advertencia. Es como tener la presión arterial alta en el resto de tu cuerpo: no sientes síntomas al principio, pero si no se controla, puede llevar a problemas más serios. En el caso de tus ojos, una PIO elevada es el principal factor de riesgo para desarrollar glaucoma.

¿Cómo sabemos si tenemos hipertensión ocular? La única forma de saberlo es a través de un examen ocular completo realizado por un oftalmólogo. Se utiliza un instrumento llamado tonómetro para medir la PIO de forma rápida e indolora. Los valores normales de PIO generalmente se encuentran entre 10 y 21 milímetros de mercurio (mmHg). Recuerda que si tus valores están por encima de 21 mmHg de forma consistente, es probable que se te diagnostique hipertensión ocular.

Es bueno estar informado sobre el glaucoma, una enfermedad irreversible.
Capacítate para buscar tratamientos novedosos y efectuar ajustes en su estilo de vida que podrían retardar la progresión de su condición. (Foto: Gemini AI)

El glaucoma: cuando la presión afecta tu nervio óptico

Ahora, hablemos del glaucoma. Aquí es donde la situación se vuelve más delicada. El glaucoma es una enfermedad progresiva que daña el nervio óptico, el «cable» que conecta tu ojo con el cerebro y es esencial para la visión. Este daño, en la mayoría de los casos, está directamente relacionado con una presión intraocular elevada.

Pero aquí está la clave: no toda persona con presión ocular alta desarrollará glaucoma, y no todo el que tiene glaucoma tiene la presión ocular alta. Si bien la PIO elevada es el factor de riesgo más significativo, existen otros factores que contribuyen al desarrollo de la enfermedad, como la genética, la edad, la etnia y otras condiciones médicas.

El glaucoma es a menudo llamado el «ladrón silencioso de la vista» porque en sus etapas iniciales no presenta síntomas. La pérdida de visión comienza en la periferia de tu campo visual y avanza lentamente hacia el centro. Cuando notas los síntomas, como la visión en túnel, el daño al nervio óptico ya es considerable e irreversible.

¿Por qué es tan peligroso? Porque el daño al nervio óptico es permanente. Una vez que las fibras nerviosas se pierden, no se regeneran. Es por eso que la detección temprana y el tratamiento oportuno son cruciales para preservar tu visión.

Ceguera y visión borrosa mitos y realidad
La ceguera y la baja visión no son un monolito; abarcan un espectro vasto de condiciones y experiencias visuales. (Foto: Gemini AI)

La conexión y la diferencia entre el glaucoma y la presión ocular alta

Son condiciones relacionadas pero distintas. Te explico, la hipertensión ocular es la condición de tener la presión intraocular elevada. Por otro lado, el glaucoma es la enfermedad en la que esa presión elevada (o, en algunos casos, una presión «normal» pero que aun así es dañina para ese ojo específico) causa daño al nervio óptico, llevando a la pérdida de visión.

Piensa en la hipertensión ocular como la chispa y el glaucoma como el incendio. No todas las chispas provocan un incendio, pero una chispa desatendida puede tener consecuencias devastadoras.

¿Qué significa esto para ti? Si te han diagnosticado hipertensión ocular, tu oftalmólogo te monitoreará de cerca. Esto puede implicar controles más frecuentes y, en algunos casos, el inicio de un tratamiento con gotas para los ojos para reducir la PIO y prevenir el desarrollo de glaucoma. No es una sentencia de glaucoma, sino una oportunidad para prevenirlo.

Si te diagnostican glaucoma, el objetivo del tratamiento es reducir la PIO y detener o ralentizar la progresión del daño al nervio óptico. Esto puede lograrse con gotas para los ojos, tratamientos con láser o, en algunos casos, cirugía.

La importancia de los exámenes oculares regulares

No me cansaré de repetirlo: los exámenes oculares regulares con un oftalmólogo son tu mejor defensa contra el glaucoma y otras enfermedades oculares. Especialmente si tienes factores de riesgo, como antecedentes familiares de glaucoma, diabetes o eres mayor de 60 años.

¿Cada cuánto tiempo debo revisarme? La frecuencia la determinará tu oftalmólogo basándose en tu historial y factores de riesgo. Sin embargo, para la mayoría de los adultos, se recomienda un examen ocular completo cada uno o dos años.

Recuerda, la información es poder cuando se trata de tu salud visual. No dudes en hablar con tu oftalmólogo si tienes alguna preocupación o pregunta sobre la presión ocular alta o el glaucoma. Cuidar tus ojos hoy es invertir en tu visión del mañana.

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