La inflamación es la respuesta natural de tu cuerpo a una lesión o irritación. Es un mecanismo de defensa. Imagina que es como un equipo de emergencia que tu propio organismo envía al lugar del problema para iniciar el proceso de curación. Ahora, los síntomas clásicos de la inflamación son: enrojecimiento, hinchazón, dolor y aumento de temperatura.
En el contexto oftalmológico, la inflamación puede ser causada por múltiples factores, como alergias, ojo seco, una contusión o un cuerpo extraño. Un ejemplo común es la blefaritis, una inflamación de los párpados. Por lo general, la inflamación es autolimitada y mejora con el tiempo, aunque a veces requiere tratamiento para aliviar los síntomas.
Por otro lado, la infección es la invasión y multiplicación de microorganismos patógenos (como bacterias, virus, hongos o parásitos) en los tejidos de tu cuerpo. A diferencia de la inflamación, una infección no es una respuesta, sino el problema en sí mismo. Las infecciones requieren una intervención médica, a menudo con antibióticos, antivirales u otros medicamentos específicos para eliminar el agente causante. Un ejemplo de infección ocular es la conjuntivitis bacteriana o la queratitis. La gravedad de una infección puede variar drásticamente y, si no se trata a tiempo, puede causar daño permanente.

Señales de alerta: ¿Cómo saber si se trata de algo grave?
Saber diferenciar una infección de una inflamación puede ser difícil, pero hay señales de alerta que te pueden guiar. Si bien la inflamación generalmente produce enrojecimiento y dolor moderado, una infección grave suele manifestarse con síntomas más intensos y específicos, como:
- Secreción purulenta: A diferencia del lagrimeo claro que a menudo acompaña a la inflamación, una infección bacteriana puede producir una secreción espesa, amarillenta o verdosa.
- Dolor intenso y progresivo: Un dolor agudo y que no mejora, o que incluso empeora con el tiempo, es un fuerte indicador de infección.
- Visión borrosa o disminución de la agudeza visual: Si la visión se deteriora rápidamente, es una señal de que la córnea o las estructuras internas del ojo podrían estar comprometidas.
- Sensibilidad extrema a la luz (fotofobia): Si te resulta insoportable estar bajo la luz, incluso en ambientes con poca iluminación, podría ser un signo de una infección en la córnea (queratitis).
- Párpados o globos oculares pegados por la mañana: Especialmente si es por una secreción espesa, es muy característico de una infección.
Estas señales no deben tomarse a la ligera. Si presentas alguno de estos síntomas, es crucial que busques atención médica de inmediato.

¿Cuándo debes acudir al oftalmólogo de urgencia?
No esperes. La automedicación puede enmascarar los síntomas y retrasar el diagnóstico correcto, lo que podría tener consecuencias graves, como la pérdida de la visión. Acude a un especialista de urgencia si experimentas:
- Dolor ocular severo y súbito.
- Visión borrosa repentina.
- Secreción purulenta abundante.
- Un objeto o químico ha entrado en tu ojo.
- Síntomas que empeoran a pesar del reposo.
En casos de glaucoma o cataratas, aunque no son complicaciones directas de una infección o inflamación, es fundamental que un oftalmólogo controle cualquier síntoma sospechoso, ya que estas enfermedades pueden hacer que tus ojos sean más vulnerables a otros problemas. Un control preventivo es la mejor estrategia.