El pterigion, a menudo conocido como «carnocidad» en el ojo, es una afección común que afecta a millones de personas en todo el mundo. Aunque generalmente benigno, puede causar molestias significativas, afectar la visión y generar preocupación estética. Este artículo te ayudará a comprender qué es, sus causas, síntomas, opciones de tratamiento y riesgos asociados es crucial para una gestión eficaz y para preservar la salud ocular a largo plazo.
¿Qué es el Pterigion y cómo se desarrolla?
Es bueno saber la definición de este diagnóstico. El pterigion es un crecimiento anormal de tejido conjuntival (la membrana transparente que recubre la parte blanca del ojo) que se extiende sobre la córnea (la superficie transparente frontal del ojo). Suele tener una forma triangular, con el vértice apuntando hacia el centro de la pupila. A menudo, comienza en la esquina nasal del ojo y puede crecer lentamente con el tiempo.
La patogénesis exacta del pterigion no se comprende completamente, pero se cree que es una respuesta proliferativa del tejido conjuntival a factores ambientales y genéticos. A medida que el tejido avanza sobre la córnea, puede distorsionar su curvatura, induciendo astigmatismo y afectando la agudeza visual. En casos avanzados, puede incluso obstruir el eje visual, causando una pérdida significativa de la visión.
Causas y factores de riesgos: exposición ambiental como principal agente
La causa principal y más consistentemente asociada con el desarrollo del pterigion es la exposición crónica a la radiación ultravioleta (UV) del sol. Esto explica por qué esta enfermedad ocular es mucho más prevalente en personas que viven en regiones ecuatoriales o climas soleados, y en aquellos que pasan mucho tiempo al aire libre sin protección ocular adecuada.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la exposición a la radiación ultravioleta es un factor de riesgo importante para una variedad de afecciones oculares, incluido el pterigion. Estudios epidemiológicos han demostrado una correlación directa entre la intensidad de la radiación UV y la prevalencia de esta condición.
A lo mencionado, existen otros factores de riesgo, como el viento y polvo, que puede contribuir al desarrollo o empoderamiento del pterigion. Aunque no es una causa directa, el ojo seco puede exacerbar los síntomas de este diagnóstico; finalmente, existe una predisposición genética en algunos individuos, lo que sugiere que la herencia también puede desempeñar un papel a tomar en cuenta.
Síntomas y diagnóstico: ¿Cómo reconocer el pterigion?
Los síntomas del pterigion pueden variar desde leves hasta muy molestos, y a menudo progresan a medida que el crecimiento avanza. Los más comunes incluyen:
- Enrojecimiento ocular
- Irritación y sensación de cuerpo extraño
- Picazón y ardor
- Lagrimeo excesivo
- Visión borrosa o distorsionada
- Dificultad para usar lentes de contacto
- Preocupación estética
El diagnóstico del pterigion es relativamente sencillo y se realiza mediante un examen ocular completo por un oftalmólogo. El médico examinará el ojo con una lámpara de hendidura, un microscopio que permite una visión detallada de las estructuras oculares, para evaluar el tamaño, la forma y la extensión del crecimiento.
¿Cuáles son las opciones de tratamiento y manejo de riesgos?
El tratamiento del pterigion depende de la severidad de los síntomas y del impacto en la visión. En las etapas iniciales, cuando el pterigion es pequeño y asintomático, el manejo puede ser conservador:
- Lágrimas artificiales: Para aliviar la sequedad y la irritación.
- Gotas antiinflamatorias: Para reducir el enrojecimiento y la inflamación durante los brotes.
- Protección solar: El uso constante de gafas de sol con protección UV 100% es fundamental para prevenir el crecimiento o la recurrencia. Esto es respaldado por estudios que demuestran la eficacia de la protección UV en la prevención del pterigion.
Cuando el pterigion es grande, causa síntomas persistentes, afecta la visión o genera una preocupación estética significativa, la cirugía es la opción de tratamiento más común. Esto implica la extirpación quirúrgica del tejido anormal. Existen varias técnicas, pero las más modernas suelen incluir:
La primera es el autoinjerto conjuntival, que después de extirpar el pterigion, se toma un pequeño injerto de tejido sano de la propia conjuntiva del paciente (generalmente de debajo del párpado superior) y se sutura o se adhiere con pegamento de fibrina en el área donde se extirpó el pterigion. Esta técnica tiene una tasa de recurrencia significativamente menor en comparación con la simple escisión.
La segunda es el uso de agentes antimetabólicos, donde en algunos casos se utilizan medicamentos como la mitomicina C o el 5-fluorouracilo, ya sea durante o después de la cirugía, para reducir aún más el riesgo de recurrencia. Sin embargo, su uso debe ser cuidadosamente considerado debido a los posibles efectos secundarios.
Riesgos a considerar si no te tratas el pterigión
Si no se trata, un pterigion puede seguir creciendo e invadir aún más la córnea, llevando a un astigmatismo irregular más severo y una pérdida de visión significativa. En casos extremos, la visión puede verse permanentemente afectada. Además, la irritación crónica puede aumentar el riesgo de infecciones oculares.
De todo lo que hemos detallado en los párrafos anteriores, es bueno recordar que el pterigion es una afección ocular común, pero manejable. La protección solar es la clave para la prevención, y las opciones de tratamiento avanzadas ofrecen excelentes resultados para aquellos que requieren intervención. Si sospechas que tienes este diagnóstico después de saber cuáles son los síntomas, es fundamental que consultes a un oftalmólogo para un diagnóstico preciso y un plan de tratamiento adecuado.
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