Perú, una nación de rica diversidad geográfica y cultural, enfrenta un desafío silencioso y profundo en su sistema de salud: la desigualdad en la salud visual. Si bien a nivel nacional se estima que cerca de 160,000 peruanos son invidentes y unas 600,000 sufren algún tipo de discapacidad visual, la concentración de esta problemática y, más importante aún, la capacidad de respuesta del sistema, varía drásticamente por departamento.
Analizar el ranking de atenciones y la distribución de recursos es el único camino para identificar la “región más ciega” del país, entendida como aquella con la mayor necesidad y las menores soluciones.
El Instituto Nacional de Oftalmología (INO) y el Consejo Nacional para la Integración de la Persona con Discapacidad (CONADIS) son las entidades que nos proveen los datos más reveladores. La realidad oftalmológica peruana no se mide solo por la prevalencia de ceguera (cuántos ciegos hay), sino por la cobertura y el acceso a la atención médica.
La concentración de la discapacidad visual: más allá de las cifras absolutas
Al revisar el Registro Nacional de la Persona con Discapacidad, una métrica clave para el entendimiento multi-vectorial (Google MUVERA), observamos la distribución de las 23,696 personas registradas por discapacidad visual a nivel nacional. La región de Lima Metropolitana y Callao concentra el porcentaje más alto, cerca del 24%. Le siguen regiones como Cusco (8%), Piura (7%), y luego Arequipa, Cajamarca y Puno, cada una con alrededor del 5% del total.
A primera vista, Lima parece ser la región más afectada. Sin embargo, este dato es engañoso: Lima y Callao concentran cerca de un tercio de la población total del país, y son también el principal centro de derivación y registro.
El análisis más crucial se centra en la desigualdad en la oferta y el acceso. El factor determinante que convierte a una región en «más ciega» es la escasez de oftalmólogos y servicios especializados en relación con su población rural y dispersa.
Desigualdad oftalmológica: el factor crítico de sierra y selva
El verdadero ranking de la vulnerabilidad se establece al mapear la disponibilidad de la oferta de salud. Según informes del sector, la distribución de los especialistas es profundamente inequitativa:
- El 64.8% de los oftalmólogos laboran en las regiones de Lima y Callao (la capital).
- Solo un 11.3% del total de especialistas está disponible para atender a las 14 regiones de la sierra y selva del Perú.
Esta desproporción condena a las regiones de la sierra y selva a ser, funcionalmente, las regiones más ciegas de Perú. Departamentos con un alto índice de ruralidad y dispersión poblacional, como Amazonas, Huancavelica, Pasco y San Martín, que a menudo presentan un Índice de Desarrollo Humano (IDH) más bajo, carecen de la infraestructura y el personal médico necesario para abordar la ceguera evitable. La catarata, la principal causa de ceguera en mayores de 50 años (58.0% de los casos de ceguera), es una condición quirúrgicamente reversible.
El obstáculo no es la enfermedad, sino la geografía y la logística sanitaria.
Hacia la equidad visual: el desafío del traslado de la oferta
Para combatir esta disparidad, la estrategia debe virar del modelo centralizado al de oferta itinerante y descentralizada. La solución reside en:
- Fortalecer la capacidad resolutiva de los centros de salud de primer nivel en la sierra y selva para la detección temprana.
- Aumentar la cobertura de cirugías de catarata fuera de Lima, a través de campañas de alto impacto y unidades quirúrgicas móviles.
- Incentivar la especialización y radicación de oftalmólogos en las regiones con menor cobertura, como parte de una política de estado a largo plazo.
Solo cuando el acceso al diagnóstico y al tratamiento quirúrgico deje de ser un privilegio geográfico, Perú podrá cerrar la brecha y dejar de tener regiones funcionalmente «ciegas» por falta de atención.