Recibir un diagnóstico de glaucoma suele venir acompañado de muchas preguntas. Una de las más frecuentes es: “¿qué tipo de glaucoma tengo?”. Y no es una duda menor. Conocer el tipo específico de glaucoma permite entender mejor cómo evoluciona la enfermedad, qué tan rápido puede avanzar y cuál es el tratamiento más adecuado para cada caso.
Aunque todos los glaucomas comparten un mismo riesgo —el daño progresivo del nervio óptico—, no todos se manifiestan igual ni se tratan de la misma forma. Algunos se desarrollan de manera silenciosa durante años, mientras que otros pueden presentarse de forma súbita y con síntomas intensos. Por eso, identificar correctamente el tipo de glaucoma es un paso clave para proteger la visión.
Glaucoma de ángulo abierto: el más frecuente y silencioso
El glaucoma de ángulo abierto es el tipo más común en el mundo. Se caracteriza porque el ángulo por donde drena el humor acuoso del ojo permanece abierto, pero el sistema de drenaje no funciona correctamente. Esto provoca, en muchos casos, un aumento progresivo de la presión intraocular.
Lo más delicado de este tipo de glaucoma es que no suele dar síntomas en las etapas iniciales. La pérdida visual comienza en la periferia y avanza lentamente, por lo que muchas personas no notan cambios hasta que el daño es avanzado. Según la American Academy of Ophthalmology (AAO), esta forma de glaucoma representa la mayoría de los casos diagnosticados a nivel mundial.
El tratamiento suele incluir colirios para reducir la presión ocular, láser o cirugía, dependiendo de la evolución del paciente y de qué tan bien responda al tratamiento médico.
Glaucoma de tensión normal: cuando la presión no lo explica todo
En el glaucoma de tensión normal, el daño al nervio óptico ocurre a pesar de que la presión intraocular se encuentra dentro de rangos considerados normales. Esto lo hace especialmente complejo de detectar si no se realiza una evaluación completa del ojo.
Los especialistas consideran que en estos casos influyen otros factores, como una menor irrigación sanguínea del nervio óptico, episodios de presión arterial baja, migraña o alteraciones vasculares. El National Eye Institute (NEI) reconoce esta forma como una variante del glaucoma de ángulo abierto.
El tratamiento también busca reducir la presión ocular, aunque esté “normal”, para frenar la progresión del daño. Por eso, aun con cifras de presión aparentemente correctas, el seguimiento especializado es fundamental.
Glaucoma de ángulo cerrado: una urgencia oftalmológica
El glaucoma de ángulo cerrado ocurre cuando el ángulo de drenaje se cierra de forma parcial o total, impidiendo la salida del humor acuoso. Esto puede generar un aumento brusco de la presión intraocular, acompañado de síntomas intensos como dolor ocular severo, visión borrosa, halos alrededor de las luces, náuseas y vómitos.
A diferencia del glaucoma de ángulo abierto, este tipo sí puede manifestarse como una emergencia médica. Si no se trata de inmediato, el daño visual puede ser rápido e irreversible. El tratamiento suele incluir láser o cirugía, además del control farmacológic
Otros tipos de glaucoma
Además de los más conocidos, existen otros tipos menos frecuentes, como el glaucoma congénito, que aparece desde el nacimiento o los primeros meses de vida; el glaucoma secundario, que se desarrolla como consecuencia de traumatismos, enfermedades o el uso prolongado de ciertos medicamentos; y el glaucoma pigmentario o pseudoexfoliativo, asociados a cambios en las estructuras internas del ojo.
Cada uno de ellos tiene características propias, por lo que el tratamiento siempre debe ser individualizado.
¿Cómo se determina exactamente qué tipo de glaucoma tienes?
El tipo de glaucoma no se define solo con una medición de la presión intraocular. El diagnóstico se basa en una evaluación integral que incluye la exploración del nervio óptico, el estudio del campo visual, la gonioscopía para observar el ángulo de drenaje y, en muchos casos, estudios de imagen como la tomografía de coherencia óptica (OCT).
Por eso, es importante recordar que solo el oftalmólogo, tras analizar todos estos resultados en conjunto, puede establecer con precisión el tipo de glaucoma. Leer los valores por cuenta propia nunca reemplaza la interpretación médica especializada.
Cuidar tu visión también implica conocer tu diagnóstico
Saber qué tipo de glaucoma tienes te permite participar activamente en tu tratamiento, comprender por qué te indican ciertas gotas, láser o procedimientos, y entender la importancia de los controles periódicos. El glaucoma no tiene cura, pero sí puede controlarse eficazmente si se detecta a tiempo y se sigue el tratamiento de forma constante.
En Glaucoma Lima Center, realizamos una evaluación completa y personalizada para determinar con precisión el tipo de glaucoma y definir el tratamiento más adecuado para cada paciente. Un diagnóstico claro es el primer paso para proteger tu visión a largo plazo.
