daño nervio óptico

El nervio óptico actúa como el cable de fibra óptica que conecta el ojo con el cerebro, transportando más de un millón de fibras nerviosas encargadas de la información visual. Cuando este vital «cable» se daña, ya sea por inflamación (Neuritis Óptica) o por presión (Glaucoma, el «ladrón silencioso» de la visión), las consecuencias pueden ser devastadoras, llevando a una pérdida de visión irreversible.

En la oftalmología, la detección temprana es la única defensa, especialmente en afecciones como el Glaucoma Primario de Ángulo Abierto (GPAA), que es asintomático hasta etapas muy avanzadas. Por ello, ir más allá de la visión borrosa es crucial. Identificar las señales sutiles que pasan inadvertidas en la vida diaria puede ser la diferencia entre preservar la vista o perderla.

El riesgo silencioso: ¿Por qué el daño avanza sin avisar?

El daño al nervio óptico es una neuropatía óptica progresiva caracterizada por la muerte de las células ganglionares de la retina. En el caso del glaucoma, el aumento de la presión intraocular (PIO) induce un estrés mecánico que daña estas fibras nerviosas lentamente. La naturaleza silenciosa reside en dos factores clave:

Pérdida periférica lenta (Glaucoma): Las zonas ciegas (escotomas) comienzan en el campo visual periférico. El cerebro compensa estas áreas, por lo que el paciente no nota el deterioro hasta que el daño es crítico y afecta la visión central.

Unilateralidad (Neuritis y otros): A menudo, la afección comienza en un solo ojo (unilateral), lo que permite al ojo sano compensar la pérdida visual, enmascarando el problema hasta que avanza significativamente.

La intervención debe ser oportuna para detener o enlentecer este daño progresivo, ya que el tejido del nervio óptico no se regenera.

5 síntomas que indican daño en el nervio óptico

Si bien la pérdida de visión repentina o el dolor agudo son alertas obvias, el daño progresivo se manifiesta con síntomas más discretos que, al ser examinados por un especialista, delatan el problema.

1. Pérdida subjetiva de la vibración del color

Uno de los síntomas más tempranos y sutiles, especialmente en la Neuritis Óptica, es que los colores parecen «opacos» o «menos vívidos» en el ojo afectado, como si se hubiera bajado la saturación. Esta alteración en la percepción cromática es un indicador clave de que la transmisión de señales de alta calidad del nervio óptico está comprometida.

2. Visión «tenue» o pérdida de luminosidad

Los pacientes no reportan necesariamente visión borrosa total, sino que perciben que las imágenes o el entorno tienen menos brillo o luminosidad en comparación con el otro ojo, como si alguien hubiera «disminuido la iluminación». Esta reducción en la sensibilidad al contraste puede ser un indicio de atrofia óptica o de una etapa incipiente de daño.

3. Dolor ocular que empeora con el movimiento

Aunque el glaucoma crónico es indoloro, el dolor es el signo más característico de la Neuritis Óptica. El dolor suele ser un malestar sordo detrás del ojo que se agrava notablemente al mover el globo ocular. Este síntoma, aunque no es «silencioso» en el sentido de ser indoloro, es a menudo subestimado o confundido con una simple cefalea.

4. Flashes o destellos de luz con el movimiento ocular

Algunas personas con neuritis óptica o ciertas neuropatías ópticas describen ver ráfagas o luces centelleantes (fotopsias) al mover los ojos. Esto puede indicar una irritación de las fibras nerviosas o un problema en la vía visual.

5. Defecto pupilar aferente relativo (DPAR)

Este es un signo clínico objetivo que el paciente no puede notar, pero que el oftalmólogo detecta durante el examen. Un DPAR (Defecto Pupilar Aferente Relativo) indica que la pupila del ojo afectado reacciona de forma más débil a la luz en comparación con el ojo sano, señalando una lesión en el nervio óptico o retina que afecta la vía sensorial (aferente) de la respuesta pupilar. Su presencia obliga a una evaluación profunda.

La clave para la prevención: examen oftalmológico completo

Ante la naturaleza silenciosa de estas afecciones, es fundamental que el chequeo ocular no se limite a una simple prueba de agudeza visual. Un examen completo debe incluir:

  • Tonometría: Medición de la presión intraocular (PIO).
  • Oftalmoscopia: Examen del fondo de ojo para valorar el aspecto del disco óptico (cabeza del nervio óptico) y buscar signos de palidez o hinchazón.
  • Campimetría: Evaluación del campo visual para detectar la pérdida de visión periférica, esencial en el diagnóstico de glaucoma.
  • Tomografía de Coherencia Óptica (OCT): Permite obtener imágenes de alta resolución del nervio óptico, midiendo el grosor de la capa de fibras nerviosas de la retina (CFNR), lo que ayuda a cuantificar el daño incluso antes de que sea evidente en la campimetría.
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