catarata senil y diabética

La catarata, la opacificación progresiva del cristalino, es reconocida a nivel mundial y en Perú como la primera causa de ceguera evitable. Si bien el término se utiliza para describir una misma condición ocular, sus etiologías, progresión y el perfil epidemiológico en nuestro país difieren notablemente entre la variante senil y la asociada a la diabetes mellitus. Comprender estas diferencias no es solo un acto de conocimiento médico, sino una herramienta de prevención esencial para la población peruana.

La preponderancia de la catarata senil en la ceguera peruana

La catarata senil es, por definición, la opacificación relacionada con el envejecimiento. Es la forma más frecuente y representa la inmensa mayoría de los casos de ceguera por catarata en el país.

Según datos del Instituto Nacional de Oftalmología (INO) y el Ministerio de Salud (MINSA), la catarata es la causa principal de ceguera en el Perú, con una prevalencia general de ceguera del 2,0%, y de este porcentaje, la catarata es responsable del 58,0% de los casos. En el contexto de la etiología, la catarata senil se alza como el tipo más importante, estimándose que representa cerca del 85% del total de cataratas por su alta frecuencia de presentación en mayores de 50 años.

Se ha reportado que, en años anteriores, se registraban aproximadamente 16 mil nuevos casos de catarata senil anualmente, afectando a unas 83 mil personas mayores de 50 años. Esta prevalencia subraya el impacto directo del envejecimiento poblacional en la carga de enfermedad ocular en el Perú.

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Estas son las causas de las cataratas congénitas, su impacto en el desarrollo infantil y por qué el tiempo es VITAL. (Foto: Glaucoma Lima Center)

La catarata diabética, una complicación metabólica con progresión acelerada

A diferencia de la senil, la catarata diabética es una complicación directa de la Diabetes Mellitus (DM), una enfermedad cuya prevalencia en el Perú se ha estimado en el 7% de la población. En este grupo de pacientes, la hiperglicemia crónica juega un papel central.

La diferencia clínica clave radica en la velocidad y el mecanismo de aparición. La catarata diabética verdadera y caracterizada por cambios subcapsulares anteriores y posteriores en copos de nieve) es menos común que la aceleración de la catarata senil en el paciente diabético. En efecto, la diabetes acelera la opacificación del cristalino, provocando que la catarata aparezca en pacientes más jóvenes y progrese mucho más rápido que en un paciente no diabético. El descontrol glucémico facilita la acumulación de sorbitol en el cristalino, alterando su transparencia.

Hablemos del diagnóstico y la prevención

En oftalmología, es vital entender que ambas condiciones tienen un tratamiento quirúrgico, pero el abordaje preventivo y post-operatorio varía.

  • Catarata senil: El único factor de riesgo modificable es la protección contra la radiación UV. La prevención se centra en el uso de lentes con filtro solar desde edad temprana.
  • Catarata diabética (y acelerada): El control estricto de la glucemia y la presión arterial es el pilar de la prevención. Un paciente diabético debe ser examinado por un oftalmólogo con fondo de ojo anual no solo para detectar catarata, sino también para evaluar la Retinopatía Diabética.

En resumen, mientras la catarata senil es la causa principal por volumen y está ligada a la edad, la catarata diabética/acelerada es un marcador de mal control metabólico que requiere una vigilancia oftalmológica y sistémica mucho más rigurosa para evitar no solo la ceguera por catarata, sino también otras complicaciones retinales graves.

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