Las cataratas no son solo una condición de adultos mayores. En los bebés —cuando aparecen desde el nacimiento o durante los primeros meses de vida— pueden afectar de manera profunda el desarrollo visual. A diferencia del adulto, el sistema visual infantil aún se está formando, y cualquier obstrucción en la entrada de luz puede impedir que el cerebro aprenda a “ver” correctamente. Por eso, cuando un oftalmólogo confirma una catarata congénita significativa, el tiempo se vuelve un factor determinante para evitar una pérdida visual permanente.
El tratamiento en estos casos suele incluir una cirugía temprana que permita despejar el eje visual y estimular el desarrollo normal de la visión. Aunque suene complejo, es un procedimiento altamente estudiado y realizado por especialistas en oftalmología pediátrica. Instituciones como la American Academy of Ophthalmology (AAO) y el National Eye Institute (NEI) coinciden en que una detección y una intervención oportunas pueden mejorar de manera decisiva el pronóstico visual del niño.
¿Cómo se realiza la cirugía de cataratas en bebés?
La cirugía en bebés difiere de la realizada en adultos por una razón clave: el ojo del recién nacido es pequeño, flexible y en rápido crecimiento. Esto exige técnicas adaptadas y equipos específicos.
En términos generales, el procedimiento consiste en retirar el cristalino opaco mediante una microcirugía delicada que se realiza bajo anestesia general. Según la AAO, la técnica más usada incluye una aspiración del cristalino a través de una pequeña incisión y, en muchos casos, una vitrectomía anterior para evitar que se formen membranas posteriores que puedan nublar la visión otra vez.
A diferencia de los adultos, no siempre se coloca de inmediato un lente intraocular permanente (LIO). En menores de 6 meses, los especialistas suelen preferir dejar el ojo “afáquico”, es decir, sin lente, y corregir la visión con lentes de contacto especiales o gafas. Esto se debe a que el ojo de un bebé aún crece rápidamente, y un LIO fijo podría quedar desajustado con el tiempo. El estudio Infant Aphakia Treatment Study (IATS), uno de los más importantes en esta área, demostró que los bebés operados y corregidos con lentes de contacto pueden lograr resultados visuales comparables —incluso más seguros en algunos casos— que aquellos a quienes se les coloca un lente intraocular demasiado temprano.
Cuidados después de la cirugía: un proceso continuo
Tras la operación, el bebé necesitará controles frecuentes. Los padres suelen recibir instrucciones sobre el uso de gotas antiinflamatorias y antibióticas, además de la colocación cuidadosa de lentes de contacto si corresponde. El seguimiento también incluye evaluar la claridad visual, medir el crecimiento del ojo y vigilar la aparición de complicaciones como glaucoma infantil, una condición que puede desarrollarse semanas, meses o incluso años después de la cirugía, según advierte el National Eye Institute.
Un punto fundamental es la estimulación visual. Muchos niños requieren tratamiento de ambliopía (“ojo perezoso”), que consiste en tapar el ojo sano para obligar al cerebro a usar el ojo operado. Este proceso puede extenderse durante años y es crucial para obtener los mejores resultados visuales posibles.
Por qué es importante acudir a centros especializados
La cirugía de catarata pediátrica es una de las intervenciones más delicadas en oftalmología. Realizarla en un centro con experiencia en bebés no solo mejora los resultados, sino que reduce complicaciones y garantiza un seguimiento integral y prolongado. Consultar con especialistas entrenados en catarata infantil y en el manejo de glaucoma pediátrico marca una diferencia importante para el futuro visual del niño.
