Cuando pensamos en el glaucoma, a menudo imaginamos una enfermedad silenciosa que avanza lentamente. Pero existe una forma que actúa de manera rápida y agresiva, amenazando con robarte la visión en cuestión de horas. Hablo del glaucoma de ángulo cerrado, una emergencia médica que exige una respuesta inmediata. Quiero guiarte a través de esta enfermedad, para que puedas reconocer las señales y, lo más importante, sepas por qué la rapidez es tu mejor aliada.
¿Qué es el glaucoma de ángulo cerrado y por qué es tan peligroso?
En el glaucoma de ángulo abierto, el tipo más común, el drenaje es lento. El líquido se acumula gradualmente y la presión dentro del ojo sube poco a poco. Es un proceso lento, a menudo sin síntomas, por lo que muchos pacientes no se dan cuenta de que lo tienen hasta que el daño ya es significativo.
Pero con el glaucoma de ángulo cerrado, la situación es totalmente diferente. La iris y la córnea forman un ángulo. En algunas personas, este ángulo es naturalmente más estrecho. Si por alguna razón la pupila se agranda, la iris puede empujar hacia adelante, bloqueando de golpe el drenaje del humor acuoso.
El glaucoma de ángulo cerrado no pasa desapercibido. Si experimentas alguno de estos síntomas, no lo tomes a la ligera:
- Dolor ocular intenso
- Visión borrosa o halos de colores alrededor de las luces
- Enrojecimiento del ojo
- Dolor de cabeza
Si sientes que estás experimentando un «ataque agudo de glaucoma», es vital buscar atención médica de inmediato. No esperes a que los síntomas desaparezcan. La pérdida de visión por esta causa puede ser rápida e irreversible.
¿Por qué cada minuto cuenta si tienes glaucoma de ángulo cerrado?
El nervio óptico es el cable de fibra que conecta el ojo con el cerebro, transmitiendo las imágenes que vemos. Este nervio está compuesto por millones de fibras nerviosas. La alta presión del glaucoma agudo lo comprime y daña estas fibras. La presión extrema es como un estrangulamiento: detiene el flujo sanguíneo y el oxígeno, causando la muerte de las células nerviosas.
Una vez que una célula nerviosa muere, no se regenera. El daño es permanente. Un estudio publicado por la Asociación Americana de Oftalmología subraya que «la pérdida de visión asociada a un ataque agudo de glaucoma de ángulo cerrado puede ser sustancial y, en algunos casos, completa si no se trata a tiempo». La rapidez con la que se actúa puede determinar la diferencia entre salvar tu visión y perderla.
¿Cómo prevenir o hacer un tratamiento? Un enfoque proactivo para tu salud ocular
Si bien los ataques agudos de glaucoma de ángulo cerrado no siempre se pueden predecir, hay factores de riesgo que los profesionales de la salud pueden identificar. Las personas con hipermetropía, cataratas avanzadas o una historia familiar de esta condición tienen un riesgo más alto.
Una revisión oftalmológica completa es la clave. Durante un examen, el especialista medirá el ángulo de drenaje del ojo (gonioscopia) y determinará si corres un riesgo elevado. Si es así, se tomarán medidas preventivas, como la iridotomía periférica con láser, un procedimiento rápido e indoloro donde se crea una pequeña abertura en el iris para asegurar un flujo constante del líquido.
El tratamiento para un ataque agudo es una emergencia. El objetivo es reducir rápidamente la presión intraocular. Esto se logra con medicamentos y, tan pronto como sea seguro, el tratamiento con láser (iridotomía) o una cirugía, como la trabeculectomía o la facoemulsificación (extracción de la catarata).
El glaucoma de ángulo cerrado no es una enfermedad que debas tomar a la ligera. La clave está en la prevención y la acción rápida. Hazte revisiones oculares regulares, especialmente si tienes factores de riesgo, y no ignores los síntomas. Si sientes que algo anda mal, busca ayuda profesional de inmediato.
