Cuando pensamos en glaucoma, solemos asociarlo con la edad o con una presión ocular elevada. Pero el universo del glaucoma es mucho más diverso. Existen tipos menos conocidos que pueden aparecer en personas jóvenes, con síntomas atípicos o incluso desde el nacimiento. Entre ellos destacan tres: el glaucoma pigmentario, el pseudoexfoliativo y el glaucoma congénito.
Aunque cada uno tiene un origen distinto, todos comparten una misma amenaza: el daño progresivo del nervio óptico. La buena noticia es que, con un diagnóstico temprano y un control especializado, se puede frenar su avance y proteger la visión a largo plazo. Comprender cuál es tu tipo de glaucoma no solo ayuda a tratarlo mejor, sino también a anticipar su evolución.
Glaucoma pigmentario: cuando el color del iris se convierte en riesgo
Este tipo de glaucoma suele aparecer en personas jóvenes, especialmente miopes. Ocurre cuando los gránulos de pigmento del iris se desprenden y se acumulan en la red trabecular, el sistema que drena el humor acuoso del ojo. Con el tiempo, esa obstrucción eleva la presión ocular y comienza a dañar el nervio óptico.
La American Academy of Ophthalmology (AAO) explica que muchos pacientes no presentan síntomas al inicio, aunque algunos pueden notar visión borrosa o halos alrededor de las luces tras realizar ejercicio intenso. El tratamiento se enfoca en reducir la presión ocular mediante colirios, láser o cirugía, dependiendo del grado de avance. Un seguimiento regular es fundamental, ya que los pigmentos pueden seguir liberándose durante años.
Glaucoma pseudoexfoliativo: una causa frecuente pero silenciosa
El glaucoma pseudoexfoliativo (PEX) puede parecer raro, pero en realidad es uno de los más comunes en personas mayores de 60 años, según la Glaucoma Research Foundation. En este caso, el ojo produce y acumula un material fibrilar parecido a la caspa sobre el cristalino y otras estructuras oculares. Ese material obstruye el drenaje del humor acuoso, elevando la presión intraocular.
El PEX suele diagnosticarse durante un examen de rutina, pues rara vez da señales visibles al principio. Sin embargo, es un tipo de glaucoma más agresivo y difícil de controlar que el primario de ángulo abierto. Por eso, los especialistas del National Eye Institute (NEI) recomiendan controles oftalmológicos frecuentes y tratamiento personalizado, ya que la respuesta a los colirios puede variar de un paciente a otro.
Glaucoma congénito: cuando la enfermedad comienza al nacer
A diferencia de los anteriores, el glaucoma congénito es una enfermedad presente desde el nacimiento o detectada en los primeros años de vida. Se produce por una malformación en el sistema de drenaje del ojo, lo que impide que el líquido fluya con normalidad y genera una presión elevada.
Los signos más comunes incluyen ojos agrandados, lagrimeo constante y sensibilidad a la luz. Según el NEI, la cirugía es el tratamiento principal en estos casos, ya que los medicamentos no son suficientes para controlar la presión ocular. Con una intervención temprana, muchos niños pueden conservar buena visión y llevar una vida normal.
Detectar a tiempo, proteger para siempre
El glaucoma no tiene una sola forma, ni un único rostro. Por eso, conocer sus variantes es esencial. Ya sea pigmentario, pseudoexfoliativo o congénito, todos comparten la misma urgencia: diagnóstico precoz y seguimiento constante.
En Glaucoma Lima Center, nuestros especialistas cuentan con la tecnología necesaria para identificar cada tipo de glaucoma y diseñar un tratamiento a la medida. Si notas cambios en tu visión o tienes antecedentes familiares, agenda tu evaluación integral y protege tu vista hoy mismo.
