La catarata, la opacificación progresiva del cristalino natural del ojo, es la principal causa de ceguera reversible en el mundo. Sin embargo, en el ámbito de la salud visual persiste un consejo obsoleto y potencialmente peligroso: «hay que esperar a que la catarata madure para operarla». Este mito, heredado de técnicas quirúrgicas de hace décadas, debe ser desmantelado de inmediato. La tecnología oftalmológica actual no solo permite, sino que aconseja, la intervención en etapas tempranas, marcando una diferencia abismal en la seguridad, la recuperación del paciente y, lo más importante, su calidad de vida.

La obsoleta «maduración», un resquicio de la cirugía del siglo XX
Hoy, la oftalmología moderna utiliza la facoemulsificación ultrasónica y, en algunos casos, asistida por láser de femtosegundo. Esta técnica es mínimamente invasiva y consiste en fragmentar el cristalino opaco con ultrasonidos, licuarlo y luego succionarlo a través de una microincisión de apenas 2 a 3 milímetros. Cuanto más blanda o menos densa es la catarata (es decir, menos «madura»), más eficiente y segura resulta la fragmentación con ultrasonidos, reduciendo el riesgo intraoperatorio.
¿Cuáles son los riesgos de retrasar la cirugía de cataratas?
La creencia de la «espera» no solo priva al paciente de meses o años de buena visión, sino que activamente incrementa el riesgo de complicaciones.
- Aumento de la dureza y riesgo quirúrgico: Un cristalino muy denso requiere una mayor energía ultrasónica para su fragmentación. Esto puede provocar un mayor estrés para el ojo, mayor riesgo de daño a la córnea (edema corneal) y prolongar el tiempo quirúrgico, aumentando en general las complicaciones intraoperatorias.
- Catarata hipermadura y glaucoma: Una catarata que alcanza un estado de «hipermadurez» puede hincharse o sufrir cambios que desencadenen otras patologías graves, como el Glaucoma Facolítico. Este tipo de glaucoma es una urgencia oftalmológica que ocurre cuando las proteínas del cristalino se filtran e inflaman el sistema de drenaje del ojo, aumentando drásticamente la presión intraocular y amenazando irreversiblemente el nervio óptico.
Impacto en la calidad de vida y la seguridad: La visión borrosa, el deslumbramiento y la pérdida de contraste incrementan el riesgo de caídas, accidentes domésticos y, especialmente, la incapacidad para conducir de noche, mermando significativamente la independencia y seguridad del paciente.

¿Cuándo es el momento adecuado para operar?
La decisión ha pasado de ser un criterio puramente biológico a uno funcional y personalizado. La cirugía de cataratas está indicada cuando la disminución de la agudeza visual afecta negativamente la calidad de vida del paciente y su capacidad para realizar sus tareas diarias, independientemente de su edad.
Si la catarata dificulta la lectura, la conducción, o actividades esenciales, es el momento de consultar con el oftalmólogo. Gracias a las Lentes Intraoculares (LIO), la cirugía no solo elimina la catarata, sino que también puede corregir simultáneamente la miopía, la hipermetropía y/o el astigmatismo, e incluso la presbicia, brindando una independencia visual casi total.
Recuerda, el mito de la «maduración» no solo es falso con la tecnología actual, sino que es un riesgo. Opere en el momento oportuno, garantizando un procedimiento más seguro y una recuperación visual más rápida.