Imagina que estás mirando a través de una ventana empañada y, al mismo tiempo, el marco de esa ventana se está cerrando lentamente. Así es como se siente tener glaucoma y cataratas a la vez. Ambas enfermedades son comunes, especialmente a medida que envejecemos, y afectan nuestra vista de forma gradual, pero por razones distintas.
El glaucoma no es solo una enfermedad, sino un grupo de afecciones que dañan el nervio óptico, el cual es vital para enviar las imágenes de nuestros ojos al cerebro. El daño suele estar causado por una presión interna en el ojo (presión intraocular) que es demasiado alta. Si no se trata, el glaucoma puede causar una pérdida de la visión periférica, lo que se conoce como «visión de túnel», y, en casos avanzados, ceguera irreversible. Es una enfermedad silenciosa porque, al inicio, no presenta síntomas notorios.
Por otro lado, la catarata es el empañamiento del cristalino, la lente natural que tenemos dentro del ojo. El cristalino, que normalmente es transparente, se vuelve opaco, lo que hace que la visión se vuelva borrosa, los colores se vean menos vivos y se experimente una mayor sensibilidad a la luz. A diferencia del glaucoma, las cataratas sí tienen un tratamiento curable: la cirugía.
Cuando estas dos enfermedades coinciden, el diagnóstico y el tratamiento se vuelven más complejos, ya que una puede enmascarar o influir en la otra. Por ejemplo, una catarata avanzada puede dificultar el examen del nervio óptico y la detección de glaucoma. Es un doble desafío para ti y para tu oftalmólogo.

¿Cuál de los dos es el más peligroso y urgente de tratar?
Esta es una pregunta crucial y la respuesta es clara: el glaucoma es la amenaza más grave para tu visión. Aunque las cataratas pueden hacer que veas borroso y dificultan tu vida diaria, la visión que pierdes a causa del glaucoma es irreversible. El tratamiento del glaucoma, a diferencia del de las cataratas, no busca curar la enfermedad, sino controlar su avance y prevenir una mayor pérdida de visión. Si no se controla, el daño al nervio óptico es permanente.
Piensa en el glaucoma como una cuenta regresiva para la pérdida de visión. Cada día sin tratamiento es un día en que el nervio óptico se daña un poco más. Las cataratas, por el contrario, son como una película que se va volviendo más densa con el tiempo. Es molesto, claro, pero no está destruyendo activamente la estructura fundamental de tu ojo.
La cirugía de cataratas, por sí sola, puede tener un efecto positivo en la presión intraocular. Sin embargo, no se puede considerar un tratamiento primario para el glaucoma, sino un beneficio adicional. La prioridad siempre será controlar la presión del glaucoma para salvaguardar el nervio óptico.
¿Cómo se tratan ambos problemas en una misma operación?
La buena noticia es que no siempre tienes que pasar por dos cirugías diferentes. En muchos casos, los oftalmólogos experimentados pueden realizar una cirugía combinada para tratar tanto las cataratas como el glaucoma. Esta operación, conocida como facoemulsificación con gonioscopia, es un procedimiento en el que se extrae la catarata y se implanta una lente artificial, y al mismo tiempo se realiza un procedimiento para mejorar el drenaje del líquido del ojo y reducir la presión intraocular.

Este enfoque combinado tiene varias ventajas:
- Una sola recuperación
- Mejor resultado visual
- Menos riesgo
Tu oftalmólogo será quien decida si eres un buen candidato para una cirugía combinada. La decisión dependerá de la etapa de tu glaucoma, el tipo de catarata, y tu salud ocular general. No todos los pacientes con ambas afecciones son aptos para este procedimiento, pero es una opción muy efectiva para muchos.
Es fundamental que tengas una comunicación abierta y honesta con tu oftalmólogo. Antes de decidirte por la cirugía, debes discutir tus expectativas, los posibles riesgos y los beneficios. Tu médico te explicará en detalle el procedimiento, cómo prepararte y qué esperar durante la recuperación.
Vivir con glaucoma y cataratas no tiene por qué ser una sentencia de pérdida de visión. Con el diagnóstico correcto, un tratamiento oportuno y un seguimiento constante, puedes mantener una buena calidad de vida y proteger tu visión para el futuro.